Usar el mandil no es suficiente. Dice que llevar el logo del Ministerio de Salud Pública (MSP) no impide ser asaltados y los pacientes ya no abren con facilidad las puertas. “Si no tengo custodia, no salgo; aquí no hay garantías”.
Por eso, este profesional pide no publicar su nombre. Trabaja en una ‘zona caliente’, donde en los últimos tres meses han asesinado a cinco personas. La provincia suma 378 homicidios en lo que va del año y 44 heridos por armas fueron atenidos en unidades del MSP.
La violencia social eleva la demanda de servicios médicos en esta zona, en un ambiente de tensión para el personal asistencial. Las víctimas no solo sufren lesiones que requieren cirugías y tratamientos según la afectación; también necesitan un acompañamiento psicológico que sea efectivo.
Amenazas y violencia
En el país, 98 heridos por armas de fuego fueron atendidos entre enero de 2021 y julio de 2022. La cifra aumenta al incluir las 1 950 atenciones por “heridas de región no especificada del cuerpo”, una categoría que usa el MSP para referirse a lesiones por otras armas.
El Hospital Delfina Torres de Concha, al igual que otras unidades públicas, tiene un protocolo para casos de vi0lencia. Toda herid¤ de bal¤ es reportada a la Fiscalía, y desde 2020 son más cautelosos en pedir protección policial. Ese año un sicari0 se disfrazó de médico para m¤tar a un internado.
El personal no está libre de ataques. En mayo, un funcionario administrativo fue asesinado por el presunto manejo de contratos del hospital. Y quienes eligen frenar la ext0rsión arriesgan sus vidas.
“Nos piden la vacuna”, dice el médico del dispensario. Dos médicos abandonaron la semana pasada su consultorio privado en un cantón fronterizo, dejando desatendida a la comunidad. Se negaron a dar USD 500 al mes. Luego, una bomba estalló frente al local.
Esmeraldas tiene 400 de las 600 camas hospitalarias que debería tener, según los gremios de médicos. Y apenas cuenta con cinco cardiólogos, pese a la alta prevalencia de hipertensión arterial.
Por eso el acceso a salud parece inalcanzable en las parroquias al borde de la frontera, como Mataje, donde los enfrentamientos armados por el narcotráfico y la movilidad humana son continuos.
En esta semana, el personal sanitario de la zona estuvo atento para activar su ayuda ante el posible traslado de unas 1 500 personas. Lo hacen junto a militares, que también acompañan a las brigadas de vacunación en los barrios de mayor riesgo de la capital. En uno de esos sectores, el médico del centro de salud cuenta que ha dado atención a miembros de peligrosas bandas. “No los identifico. Cuando salen del consultorio, los compañeros me dicen: ‘Doctor, ¿cómo le fue con el ciudadano de aquella banda?”.